miércoles, 15 de febrero de 2012

Carmen Day: el placer de un vistazo a una linda familia.-


Hace unos días, pasé a visitar a una amiga, que se ha convertido en muy querida para mi, a su casa de playa. Hacía mucho tiempo que no la veía en el interior de su hogar, a pesar de que fuimos familia por 30 años. Voy a tratar de plasmar lo mejor posible el primer vistazo que tuve cuando ingrese a su hogar . . . la casa era tremendamente hermosa, y a pesar de lo grande que se veía, se filtraba por todo mi ser lo acogedor de su decoración. Luego me di cuenta que parte de esa calidez eran todos ellos que estaban ahí dando su calor sin siquiera darse cuenta. Me encontré con una vista atrevidamente impactante por el hecho de que de una sola mirada pude apreciar la majestuosidad de su amplitud , sencillez y buen gusto, pero . . . eso no fue lo único que aprecié y que tanto me emocionó.

Me llenó de emoción y regocijo el bullicio familiar que con tanta naturalidad y desenfadado encanto llenaba ese precioso espacio el cual se notaba preparado especialmente para albergar esa alegría y esa unión.  Estaban papá, mamá, hijos, yernos, nuera, nietos;  cada uno de ellos se  encontraba concentrado en lo suyo “pero al mismo tiempo atento con el otro”; o simplemente correteando con los bebes o caminando por ahí “pero al mismo tiempo compartiendo algo muy suyo”. La energía que fluía era como un susurro de ensueño, que se metía en mí y me llevaba a querer entregarme a ese momento de fascinación familiar tan noble y hermoso  como si fuera mío.

¿Cuántas veces se puede entrar al corazón de un hogar y disfrutar la naturalidad, el amor y el abandono total de todos sus integrantes hacia ese placentero, transparente y espontáneo ocio familiar? Muy pocas o casi nunca. Quise pensar en imaginar a mi familia en ese estado de inmersión placentera individual, que era al mismo tiempo compartida, pero no me atreví siquiera a pensar en hacer comparaciones de ese momento tan único que me brindaba la vida.  Probablemente haber logrado esa sana plenitud no ha sido un trabajo fácil para papá, mamá e hijos, posiblemente han pasado por muchos momentos álgidos y de muchos retos, pero lo importante, lo enriquecedor y lo valedero es que ahí estaban y ahí estarán por mucho tiempo siendo ellos mismos, con sus necesidades, sus anhelos, sus alegrías, sus tristezas, sus frustraciones y todo lo que nos depara la vida, pero sin necesidad de aparentar lo que definitivamente no son . . .

Disfrutando uno de todos y todos de uno, bromeando, molestando, peleando pero juntos, felices y conocedores de haber logrado mantener y conservar el sabor inigualable del éxito familiar. Me siento feliz y agradecida de haber sido parte, por tanto tiempo, de esta linda familia. Me siento orgullosa de que sean merecedores de vivir estos momentos, momentos que demuestran que las familias felices y unidas existen y existirán siempre mientras haya un compromiso de amor entre ellos.  Y, no solo hablo de sobrevivir sino que vivirán alegres y compartiendo sus sabores y sinsabores porque se nota, se siente, se vivencia, que todos y cada uno de ellos están dispuestos a aceptarse como realmente son y a dis-poner de todo su ser para apoyarse y amarse cada día de sus vidas.  Disfruté mucho Carmen, fue un placer ese vistazo a tu linda familia!

w/muchness,
ϻīԀš 


martes, 7 de febrero de 2012

la coreografía de nuestra vida v's poner cara de poto.-


Hemos dicho, en varias oportunidades, que la vida a través de “nuestras creencias y pensamientos” nos lleva “automáticamente” a enroscarnos con nuestras partes densas, oscuras y estancadas. Imaginemos---aunque sea por pocos instantes---una coreografía entre la mente y el corazón, ¿podríamos decir que sería como una danza entre la luz y la oscuridad?.  La imaginación no tiene límites . . . que tal si a través de la imaginación empezamos a “reconocer” y a “recordar” nuestra verdadera esencia, logrando una perfecta coreografía en nuestra vida. ¿Piensan que encontraríamos que todo es más fácil porque todo dejaría de ser una lucha y dejaríamos de poner cara de poto? . . .
Me encontré con una amiga que no veía desde la universidad, 2002. Estaba con una cara de poto de terror punto com. Desde esa época ella era una persona “especial” porque necesitaba ser “reconocida” constantemente. Ahora me doy cuenta que ese "era y es el reto de ella consigo misma” y . . . ahí sigue ella aún con ese reto, en su vida, en esta vida, para aprender cómo manejarlo.  Me contó que su marido la había dejado, que estaba conviviendo con otra pareja, pero que a pesar del tiempo transcurrido---aaaaños---no podía “sacudirse del resentimiento” que toda esa situación le había originado, y encima, no tenía la fuerza para admitir que no era tan feliz como aparentaba.

Vivir con resentimientos es todo un tema que tiene que ver---según yo---con no poder decirle a nuestra oscuridad y sin ningún temor: ¡sal a la luz!.  Imaginemos y “experimentemos”---no lo dejemos solo en la imaginación---a la luz viajando dentro de las partes densas y oscuras de nuestra realidad, donde yace placenteramente---como en el caso de mi amiga---“el resentimiento”, que la obliga a poner esa horrible y desagradable cara, a todos los que están a su alrededor. Sigamos imaginando a esa luz que va iluminando todo lo denso, todo lo oscuro, logrando que poco a poco vivamos una vida tan placentera que un día nos levantamos y ¡plop! nos encontramos con que: desapareció esa horrible, dura y acartonada cara de POTO!!!!.

¿Sería este resultado una coreografía perfecta entre la mente y el corazón?. La vida nos invita día a día a ejecutarla una y otra vez. Aceptemos esa invitación y cada vez que nos aplaste la negatividad, el resentimiento, la cólera, etc., practiquemos la coreografía de nuestra vida y. . . no juzguemos, no nos juzguemos, no pongamos cara de “malos amigos” (ya mucho poto). Colguémonos de la luz y conectémosla, a través de nuestra imaginación, a esas partes aún no iluminadas y descubramos los maravillosos seres que podemos ser en esta también maravillosa vida!
w/muchness,

mids