miércoles, 17 de noviembre de 2010

Conciencia y Parasicología: un experimento mental.-

Últimamente se habla mucho sobre la conciencia, yo he dicho que el fuerte cambio que he sentido y que se ha producido en mí, es una transformación de conciencia, la cual sigue en proceso. Leo que este asunto de la conciencia es un fenómeno del cual no se sabe mucho. Lo que sí se puede decir es que forma parte de la historia todavía inconclusa de la evolución humana. Podríamos añadir que la verdadera función de la conciencia es insólita y su relación con el sistema nervioso central está lleno de preguntas difíciles. Unos piensan que es una forma de eludir la explicación racional, mientras que otros piensan que la conciencia no existe. En cuanto a sus "poderes de origen" hay diversas opiniones: es una rama del cerebro impotente, el mismo cerebro es la esencia de la conciencia, una cualidad que está apareciendo como resultado de la complejidad del cerebro, algo implícito en el ser, en su naturaleza, esperando a ser estimulado para manifestarse. Por otro lado hay quienes lo consideran como algo del azar, mientras que otros se ven reflejados en su pureza – Dios lanzando chispazos de alma-vida. Dostoievski decía que “la conciencia era una enfermedad, un dolor monstruoso, un impedimento a la vida”. Obviamente con todas estas especulaciones sobre nuestra preciada conciencia, no hay y no tenemos idea si en algún momento habrá, un "acuerdo general" sobre ella. Lo bueno diría yo es que nos pone en una situación interesante, en un reto para seguir adelante “conscientemente”. Yo digo que, aceptemos el reto e intentemos buscar y rebuscar hasta encontrar el extraordinario potencial de la conciencia humana. Mientras, preguntémonos: ¿qué aspecto tendría el mundo- o cómo sería – si usáramos la conciencia en su máximo potencial? . . .

En el transcurrir de la historia, las opiniones han ido cambiando, como todo en la vida. Los filósofos del siglo 18 estaban convencidos de que una consciencia racional dominaría nuestro desarrollo humano, y que con el tiempo nos llevaría a una “edad de la luz”. En el siglo 19, la evolución darwiniana nos dijo que la conciencia humana aun era incipiente y se crearon diferentes modelos de consciencias. En su Zarathustra Nietzsche afirmó que, el hombre “es una cuerda atada entre el animal y lo que está más allá de él”, y creía que la clave para su crecimiento era la fuerza de su voluntad creativa. Richard Bucke escribió sobre el futuro de una consciencia cósmica o mística, tomando modelos de “forma segura y empírica” utilizando a su amigo Walt Whitman como ejemplo. Teihard de Chardin la llamó “el avance” de acuerdo con un modelo cristiano de la evolución, una lucha por entrar en la noosfera – una especie de toma de conciencia colectiva. Resumiendo, podemos ver que existen todo tipo de “experimentos” para imaginar a "la conciencia y su futuro". Tratemos de enfocarnos en las consecuencias para la vida humana y preguntarnos: ¿cómo podría la conciencia contener las semillas de la transformación para vivir una vida más placentera?

Entre los experimentos donde se trata de entender a la conciencia tenemos a la parasicología . . . que está de moda en algunas series de tv y películas de cine. Sabemos que la parasicología suele ser evitada y reprimida por las principales corrientes clásicas de la ciencia. A pesar de que también hubieron grandes nombres de la ciencia y de la filosofía a quienes les atraía mucho esta “área humana”, como por ejemplo: Wallace (co-fundador con Darwin de la teoría de la selección natural), Myers, Freud, Jung, William James, entre otros. Pero la mayoría mantiene su distancia y hasta llegan a ser hostiles y paranoicos diciendo que son de origen "diabólico"; hay que respetar a todos y a todo, eh? Yo acepto que el estudio de ciertos fenómenos “paranormales” tiene consecuencias espeluznantes! Tenemos a la telepatía, el genio y la clarividencia, el sentido del espacio-tiempo ampliado, la mente sobre la materia- telekinesia, la ilusión de la muerte, etc.
¿Por qué algunas personas nos resistimos a lo paranormal con celo religioso? Tal vez creemos que si el potencial psíquico fuera un hecho de la naturaleza, pondría en entre dicho muchos de nuestros supuestos básicos e instituciones.

¿Cuáles serían las consecuencias de los fenómenos paranormales para nuestra función humana? Imaginemos, por ejemplo, que todos pudiésemos leerle la mente a los demás. A muchos nos molestaría vernos desenmascarados y perder nuestra privacidad. La idea de poseer tales poderes implica un reconocimiento demasiado perturbador. En las relaciones humanas nos permitiría trascender ciertos límites de nuestra vida, lo que “nos demostraría” que los linderos que separan nuestras personalidades pueden ser mucho más "porosas" de lo que pensábamos. Los antiguos filósofos insistían en que la franqueza y el ser totalmente abiertos, eran virtudes en la vida social. En un mundo telepáticamente abierto la franqueza y la sinceridad serian más comunes. Filosóficamente hablando podríamos decir que se nos ampliarían las simpatías por los demás dando lugar a una apertura a lo Whitman del “yo,” o del sentido del ego. Sería más fácil sentir y compartir la realidad interior de otros seres, experimentaríamos como una extensión natural del yo con el otro. Las alegrías y tristezas, en cierto modo, pertenecerían a todos, sería más natural reconocer que otros seres sufren y sienten placer, y sería más fácil compartir sus alegrías y tristezas. Y tal vez diríamos lo mismo que John Donne, “la muerte de otros me disminuiría y la vida de los demás me enriquecería”. Algunos científicos vanguardistas afirman que la telepatía está ahí para despertarla. A otros les parece que puede ocurrir con poca frecuencia y no a todos.

Frederic Myers vio un vínculo entre el amor y la telepatía. “El amor, dijo, es una especie de telepatía exaltada y no especializada.” El pensó que sería muy difícil ignorar la miseria de otros; así como a nosotros nos sería difícil ignorar el sufrimiento originado en nuestros amigos, en nuestros seres queridos o en nosotros mismos. Los proyectos e iniciativas sociales dejarían de ser una rareza, serían nuestra respuesta normal a lo que ocurre en el mundo. La generosidad del espíritu seria común, no esporádica y el amor un subproducto del “pathos” de la percepción. La codicia y otros círculos viciosos psíquicos se reducirían en proporción directa a la nueva capacidad de la percepción del “pathos”. Así, en momentos fugaces de “revelación” que hoy llamamos telepatía, podríamos estar presenciando las señales de un nuevo orden del amor.”

Muchness,
Mids

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