domingo, 23 de octubre de 2011

la tolerancia: poner la otra mejilla.-

Siempre pienso que el accidente que tuve con mi yegua fue porque tenía que aprender sobre la tolerancia. En realidad lo que estoy diciendo es que tengo que ser tolerante. La vida me empuja últimamente---con/en diversas situaciones---a enfrentarme de bruces a ser tolerante y ¡qué difícil es!. Como no hay forma de escapar, he decidido enfocarme y trabajar en/con ella lo mejor que pueda. Pero ¿qué significa realmente ser tolerante? La tolerancia es un atributo de maestría y para desarrollarla tenemos que practicarla continuamente en nuestro diario vivir, como todo en cualquier maestría. No podemos dejar este “vital” atributo en el estante perdido entre los libros que ya leímos y de los que muchas veces tendemos a olvidar sus contenidos. Hay que cargar y llevar la tolerancia con nosotros y obsequiárnosla en los momentos oportunos como parte de nuestro crecimiento interno y externo!

Según el diccionario "tolerante" podría ser entre otras cosas: indulgente, benigno, benévolo, condescendiente, paciente, sufrido, manso, resignado. Todas estas definiciones o formas de ser están, para mí, al borde de una delgada línea roja . . . yo puedo ser indulgente, benigna, benevolente, etc., etc., con “el otro” pero, estemos atentos porque una excesiva indulgencia o demasiada benevolencia se presta a que ese “otro” pueda muy rápidamente---inconscientemente tal vez---cruzar esa delgada línea roja” y en menos de lo que canta un gallo, está trepado sobre nuestra cabeza y nos convertimos en una especie de esclavos de ese otro.

Mi abuela decía siempre: “ama a tu prójimo como a ti mismo, pero jamás más que a ti mismo” . . . y este dicho de mi abuela era muy sabio porque en el instante en que “amo al otro” más que a mí misma---con demasiada benevolencia, condescendencia etc.---¡kaput! perdí mi balance y mis funciones cognitivas se disparan en diferentes direcciones y termino amando demasiado u odiando muy en secreto al otro!. Pero, felizmente también tenemos la opción de practicar la tolerancia, según otros significados del diccionario, como por ejemplo: respetando las ideas, opiniones o actitudes de los demás---aunque no coincidan con las propias---admitiendo con verdadera convicción que la manera de ser, de obrar o de pensar de los demás es distinta de la nuestra y que eso no significa que el otro esté errado, o que sea un "puta que huevón"! Saben . . . creo que eso fue lo que Jesús nos quiso enseñar con “poner la otra mejilla” . . .

Enfoquémonos en situaciones mucho mas enriquecedoras y equilibradas para nuestro Ser . . . Jesús no puso la otra mejilla porque era un sufrido, manso, resignado, ni un "puta que huevón"! No señor@s! Él puso la otra mejilla porque estaba demostrándonos que tenía---como tenemos todos nosotros---la capacidad mental y el amor en el corazón para decirnos, enseñarnos y demostrarnos que: tu puedes ser totalmente diferente a mí y eso no quiere decir que estés errado, ni equivocado, ni que seas menos que yo! Yo te tengo tolerancia y por eso te respeto, no te maltrato, ni te juzgo y menos te dejo de lado. Si actúas de forma diferente a mí, será porque ese es tu aprendizaje y te va a servir a ti en tu misión de vida. Aquí está mi otra mejilla porque tú y yo somos iguales y, pertenecemos TODOS por siempre al mismo reino!
w/muchness,

ϻīԀš

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